acerca de nuestros handicap´s

Todo ser humano se enfrenta a lo largo de su vida con obstáculos propios de la existencia; vencerlos significa romper con nuestros esquemas, con lo que nos han dicho que era cierto.

Por años hemos entendido a la discapacidad como una limitación y no como una condición de vida que se alimenta principalmente de la discriminación, ignorancia e indiferencia, elementos que representan nuestras verdaderas limitaciones, para entendernos, para conciliar y aceptar al que creemos es diferente; esos son nuestros verdaderos handicap´s en los que estamos atrapados. Al hablarlos, analizarlos y discutirlos puede que encontremos la fórmula para liberarnos.







viernes, 29 de julio de 2011

Hacia una cultura de la discapacidad

La persona con discapacidad ha sido considerada por  años como sujeto de atención y caridad debido a su condición diversa, el modelo médico abrió las posibilidades de ampliar su calidad de vida ofreciendo técnicas de habilitación y rehabilitación propiamente desde la cuales se pretendió en su momento que las personas alcanzaran un nivel óptimo de  funcionalidad con respecto a la norma.

Un antecedente importante en las técnicas de rehabilitación se da a partir de la segunda guerra mundial, cuando el mundo se ve enfrentado a una población que no podía dejar al margen de la productividad.

Sin embargo y a pesar de los avances hacia la procuración de un nivel de vida adecuado en las personas con discapacidad los avances no han sido alentadores en la materia de inserción social, pues hoy las personas con discapacidad no sólo se ve enfrentados a la búsqueda constante de elementos para su habilitación y rehabilitación respectivamente, si no que le tienen que hacer frente a una serie de factores sociales que los dejan al margen de una participación plena y efectiva en la sociedad  de la cual forman parte, misma que sigue considerándolos como sujetos de atención meramente, bajo la construcción de estereotipos y prejuicios, que promueven una imagen de enfermedad, minusvalía o incapacidad, en el mejor de los casos.
Estigmatizción.

El Consejo Nacional para prevenir la Discriminación CONAPRED, ubica a las personas con discapacidad como  “grupos en situación de discriminación” siendo un grupo social altamente  violentado debido a la diversidad de sus características físicas y mentales, siendo fuertemente estigmatizados por medios de comunicación promotores de estereotipos erróneos.

La inexistencia de marcos normativos y legales hace que lagunas jurídicas imperen en la promoción y defensa de sus derechos, como  lo referente  a instrumentos de acceso a la justicia, el cual utiliza un lenguaje incorrecto, sobre todo en las leyes estatales que definen a la persona con discapacidad  en situación de “imbecilidad” o “idiotismo”, calificativos utilizados que pretender definir a las personas con discapacidad intelectual o psicosocial.
 
De acuerdo con los resultados del XII Censo General de Población y Vivienda 2000 mientras 91% del total de la población entre 6 y 14 años asiste a la escuela, entre las personas con discapacidad el número baja de forma considerable hasta 63%, lo cual refleja falta de equidad en el acceso a los beneficios de la educación

De los jóvenes con discapacidad que tienen entre 15 y 29 años, sólo 15.5% asiste a la escuela. Casi 10 % de la población total del país que tiene 15 años y más no sabe leer y escribir; en la población con discapacidad este dato representa 32.9%. De cada 100 personas con discapacidad  mayores de 15 años: 36 no cursan ningún grado escolar. 46 tienen educación básica (primaria y secundaria) incompleta, 7 tienen educación básica completa, 5 han cursado algún grado de educación media superior, 4 cuentan con educación superior.
Derechos fundamentales como a la salud, empleo  y educación han sido considerados parcialmente en un marco legal y normativo que ha permitido la realización de programas sociales , sin embargo estos son sólo algunos de los derechos fundamentales que se necesitan para la procuración de una vida digna; la conquista plena de un derecho civil y político como el ejercicio del voto para personas con discapacidad intelectual, son panoramas que todavía en nuestra sociedad se antojan como imposibles; debido a las concepciones erróneas que imperan en un imaginario colectivo al considerarlas en un estado de infancia permanente.
Gravedad en la escasa cobertura de atención a los derechos fundamentales de las personas con discapacidad.
La restricción a una participación civil activa  es altamente restringida para las personas con discapacidad, misma que va desde limitaciones a espacios públicos como el transporte, centros recreativos y puestos políticos, sólo por mencionar algunos.
La sociedad en general, no ha sido, hasta el día de hoy, correctamente preparada para brindar los apoyos suficientes a las personas con discapacidad, mediante elementos adecuados que incluyan; en vez de esto tenemos un número altamente significativo de marcos especializados permanentes que impiden llevar a cabo medidas afirmativas temporales y efectivas de adecuación hacia la norma.
La discapacidad nos implica un reto como sociedad hacia el cambio de esquemas que hemos establecido a lo largo del tiempo, sin embargo su visualización y reconocimiento nos abre la posibilidad de construir esquemas más justos, tolerantes y sensibles a la práctica de la diversidad.
Establecer una cultura de la discapacidad, es cambiar el precepto de rehabilitación y especialización por la promoción de participación ciudadana activa a favor de las personas con discapacidad, donde no necesiten espacios de interlocución, sino por el contrario sean ellos quienes se representen en todo momento.
Persona con discapacidad intelectual, en "ejercicio" electoral.

 

martes, 14 de junio de 2011

La bombilla que puede brillar.

Dentro de los obstáculos más grandes para definir a la discapacidad intelectual, se encuentran aquellos que se refieren a las “clasificaciones conceptuales y descriptivas” ya que existen una serie de variantes mismas que son  difícilmente percibidas a simple vista; es decir se encuentran “invisibilizadas”.

La discapacidad intelectual a diferencia de las otras discapacidades como la visual y motriz principalmente, no se nota de manera inmediata.

Uno de los estandartes gráficos que me parece se han utilizado de manera excesiva para representar a las personas con discapacidad intelectual, es la imagen del chico o chica con Síndrome de Down, ocasionando una generalización pero a la vez una exclusión de las vastas imágenes que los representan.


Jesús Rodríguez, reportero de la revista española El país, nos hace reflexionar al respecto cuando nos presenta a los integrantes del Club Aderes (acrónimo de Asociación Deportiva, Rehabilitadora y Social) de Valencia, conformado en su totalidad por personas con discapacidad intelectual  quienes nos regalan a través de este excelente reportaje titulado La Copa de la vida, diversas y puntuales descripciones hechas por sus mismos integrantes, los mejores para auto describirse y describirnos a la discapacidad intelectual . "A veces hubiera preferido nacer en silla de ruedas, al menos la gente entendería lo que me pasa; intentaría ayudarme y no me verían como un monstruo",  menciona uno de ellos.

Los estereotipos a los que se enfrentan las personas con discapacidad intelectual hacen que se radicalice el trato hacia ellos. “Carecen de las señas de identidad de las personas con síndrome de Down. No tienen su simpatía, su espontaneidad, ni despiertan el automático cariño de la gente. Por contra, la sociedad recela de ellos” quizá, pienso, porque no los conoce del todo.

El temor es un factor generalizado hacia lo desconocido y lo desconocido a su vez se torna indescifrable; las personas con discapacidad intelectual representan un enigma, tanto para el área médica que en repetidas ocasiones carece de los elementos suficientes para brindar un “diagnóstico certero” y para la misma sociedad, imposibilitada también en brindar un trato justo.

Blanco de burlas, agresiones, rechazos, explotación laboral, dificultad para socializar, para entablar una relación de pareja, marginación y exclusión; son de los muchos elementos que amenazan de manera continua la valía y autoestima de las personas con discapacidad intelectual. “Esto es como si te falta un brazo; es más difícil que te desenvuelvas y encuentres trabajo, pero sigues siendo persona. A nosotros a lo mejor nos falta algo en la cabeza, pero somos humanos y tenemos sentimientos”

El temor hacia el diferente, paraliza, obstaculiza , crea abismos no solo para el que lo recibe sino también para el que lo emite, aunque también se convierte en una oportunidad que de superarse nos lleva a romper esquemas, los propios sobre todo; la discapacidad intelectual obliga a pensar desde otra lógica que incita a cuestionar las supuestas barreras de entendimiento entre los "diferentes"; acercase a la persona para descubrirla, sin las etiquetas, sin los estereotipos y sin "su" discapacidad, termina por convertirse en una de esas experiencias donde la transformación es mutua y permanente, al punto que nunca se vuelve a ser los mismos.

Uno de los atletas del Club Aderes se autodefine así:

 "Somos una bombilla que está un poco floja y a veces se apaga, pero si la aprietas puede brillar" A lo que yo me pregunto ¿Cuántos de nosotros tenemos las bombillas bien puestas? ¿Realmente las diferencias entre unos y otros son tan profundamente abismales, como hemos querido creer, que no hay forma de hacerlas coincidir?

 

miércoles, 18 de mayo de 2011


Hola estamos aquí es una campaña contra la no discriminación!

Dónde unos ven sólo discapacidad nosotros vemos una riqueza en la diversidad!

No a la homofobia, No a la discriminación

martes, 10 de mayo de 2011

¿Quién les robó el 10 de mayo?

La maternidad, entendida como lenguaje sublime de existencia y vida a través de otro, manifestación de “amor natural” en toda mujer la cual se piensa que en la mayoría de veces  actúa por instinto al convertirse en madre negándole el reconocimiento a los múltiples e invariables esfuerzos que tiene que realizar para desarrollar un sinfín de habilidades que le permitan ser una madre lo suficientemente buena, tal cual se refiere a ellas el psicoanalista Winnicot.

¿Habrá en este mundo a quien se le niegue la posibilidad de ejercer su maternidad? Por desgracia la respuesta es que sí, en este mundo y en este país ocurre algo preocupantemente silencioso, perversamente cobijado nuevamente por la invisibilidad que refleja  la ausencia de datos al respecto impidiendo la emisión de los señalamientos de alerta y demandas pertinentes para poder actuar y corregir conceptos peligrosamente mal entendidos que llevan a acciones desgarradoras.
Mujeres con discapacidad intelectual son histerectomizadas bajo el consentimiento de los propios padres de familia, con el argumento de protección; ¿Protección para quién? ¿De qué se supone  estamos defendiendo a estas mujeres a las cuales no solamente hemos decidido imponerles el juicio lapidario de incapacidad para ejercer su maternidad como función social en una conducta que a toda costa se vislumbra como discriminatoria y marginal, que además fomenta la violación sistemática a sus derechos fundamentales que asisten a todo ser humano proclamando que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona puede invocar todos, sin distinción alguna y, por ende, sin distinción de sexo incluidas por supuesto las personas-mujeres con discapacidad intelectual quienes dada su condición de mujeres y de personas con discapacidad sufren los estragos de las aquiescencias de un sistema de salud, social  y judicial pérfido, cruel e involucionado que invalida el reconocimiento “de que las mujeres y las niñas con discapacidad suelen estar expuestas a un riesgo mayor dentro y fuera del hogar, de violencia, lesiones o abuso, abandono o trato negligente, malos tratos o explotación”?
Dentro de la clasificación de la discapacidad encontramos grados de funcionalidad que se dividen en profundo, moderados o leves; pudiéndose entender que una mujer con discapacidad profunda debido al resultado de las serias dificultades y limitaciones a causa de una disfunción intelectual o cognitiva podría llevar a cabo un ejercicio de maternidad; por el contrario estas mujeres deberían de ser las que gozaran del más alto grado de protección y cuidado pues debido a su condición sumamente vulnerable quedan expuestas a toda clase de abusos sobre todo sexuales, sin embargo resulta inadmisible pensar a la histerectomización como una medida de prevención y protección a sus derechos; la histerectomía evita el embarazo pero ¿qué medidas evitan el abuso sexual?
Las exigencias deberían de ser hacia un sistema legal que proporcione medidas necesarias para la protección a su integridad; sobre todo cuando estas mujeres se encuentran en estados de reclusión donde los abusos se cometen de forma constante y permisiva.
Otro panorama no más alentador es el que se da en casa desde los mismos padres de familia para los que tampoco existen sistemas de acompañamiento efectivos formales que les brinden orientación específica en cuanto a las etapas de desarrollo de sus hijos entre ellas el  manejo de la sexualidad; padres de familia caminan en completa soledad y obscuridad ante el tema desde el nacimiento de sus hijos, el temor y dolor a  repetir y duplicar la historia es constante; debido al riesgo mayor que podría significar el hecho de que una persona con discapacidad congénita pueda heredarla; si bien existe el “riesgo” latente, como en todos, también existen medidas de orientación y acompañamiento que deben ser explicadas y atendidas dirigidas para los padres como para la persona con discapacidad intelectual.
Algunos padres de familia toman la decisión de someter a sus hijas a prácticas anticonceptivas irreversibles incluso cuando éstas cuentan con una plena conciencia para tomar la decisión de ser madres; la escasa promoción de sus derechos como el acceso a la justicia, salud, acceso a la información a la igualdad de reconocimiento como persona ante la ley, a la no discriminación, la protección contra la explotación, la violencia y el abuso, el derecho al respeto de la privacidad, del hogar y de la familia se ven suprimidos e inexistentes al no contar con programas que apoyen la autonomía y respeto de las decisiones de las personas con discapacidad quedando atrapados no solo ellos sino sus mismos padres quienes en base a la ignorancia secuestran una posibilidad de vida más libre, aunque esta propuesta a muchos les parezca lo contrario.